Motivado fundamentalmente por su preocupación frente a la pobreza en el planeta, en especial por aquellos países en los que sus niños mueren por cientos al día por consumir agua contaminada, el diseñador industrial de la Católica de Valparaíso, Alfredo Zolezzi, diseñó una tecnología disruptiva que puede salvar millones de vidas.

Se trata de un dispositivo que permite limpiar el agua contaminada con partículas fecales, la cual es consumida sin otra opción por 1.800 millones de personas alrededor del mundo, y que fue ideado a partir de su concepción de “innovación con sentido”, que él lo define como “la convergencia entre el mundo tecnológico y el mundo social, esto es hacer innovación con un propósito y no solo para los que pueden pagar por ella”.

Esta idea, con el trasfondo que encierra en el sentido de unir ciencia y tecnología con la problemática social y la pobreza, fue presentada por el propio Zolezzi durante la inauguración del año académico de la Escuela de Ingeniería Industrial de la PUCV, que tuvo lugar en el Aula Mayor de la Facultad de Ingeniería.

Reconoció que por el proyecto pudo recibir cientos de millones de dólares por la patente, pero su fin era superior al asumir una responsabilidad humanitaria, con los más desposeídos: “si nosotros llevamos agua a la gente más pobre, esto se va a transformar en la campaña humanitaria más grande que se haya hecho en la historia”. Hoy está creando una red con varios actores en distintos países que le permitirán masificar su invento. “Estamos demostrando al mundo que la tecnología sin un corazón detrás no sirve”, concluyó el fundador y chief officer del Advanced Innovation Center.

Sobre el presente de la Escuela de Ingeniería Industrial, su director Ricardo Gatica señaló que “asumimos el compromiso de proyectarnos progresiva y sistemáticamente hacia un estado de plenitud académica y disciplinaria, caracterizado por un desarrollo más completo y equilibrado de las actividades de pre y postgrado, de investigación y vinculación con el medio”.

Asimismo, agregó que su compromiso se ha perfeccionado a través de tres ciclos consecutivos de planificación estratégica, desde 1998, y que gracias a sus esfuerzos han obtenido como resultado “el crecimiento y la diversificación de nuestra oferta de magíster profesional, la obtención de siete años en el proceso de acreditación de pregrado en el año 2012, la creación del programa de Doctorado, el impulso decidido que hemos dado a las actividades de investigación y el fortalecimiento de nuestras redes de colaboración internacional”.

Finalmente, en la oportunidad también se galardonó a los alumnos que forman parte del Cuadro de Honor 2017, el que constituye un reconocimiento a la excelencia académica, que distingue, cada año, a los 10 estudiantes de mejor rendimiento de la escuela. Los galardonados fueron: Pitehr Hurtado C., Matías Nuñez C., Kimberly Cruz V., Cristhofer Farías P., Ivette Caneo M., Valentina Cortes A., Ian Osorio Q., Javiera BallinI V., Felipe Arellano T., Karen Fuentes R. En la ocasión se reconoció a las profesoras Patricia Jiménez, Jimena Pascual y Pamela Wilson, quienes el año pasado recibieron el premio por Docencia Distinguida, junto a los profesores José Miguel Quezada y Juan Graffigna, que no pudieron estar presentes en la ceremonia .


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Alfredo Zolezzi y la innovación con sentido: «la tecnología sin corazón detrás no sirve”
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