Tras someterse a un proceso voluntario de acreditación, la carrera de Ingeniería Civil Industrial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, obtuvo una certificación de siete años, la máxima que puede alcanzar un programa de pregrado en Chile.
La acreditación es producto de un largo proceso que comenzó hace un año y medio, que incluyó un informe de autoevaluación y encuestas a alumnos actuales de la Escuela, más de 400 ex alumnos y alrededor de 80 empleadores.
El informe de la agencia acreditadora destaca el perfil de egreso señalando que “es coherente con la misión y la visión de la institución, explícito, detallado y expresado en competencias. Resalta también la existencia de un sistema de evaluación periódica y los estrechos vínculos con el sector productivo, así como la capacidad de autorregulación de la Escuela y la excelencia del cuerpo académico”.
Además, se consideraron los puntajes de ingreso a la carrera, la facilidad de los
egresados para encontrar trabajo y el grado académico de los profesores, entre otros.
El organismo certificador evaluó la malla curricular que la Escuela implementó hace tres años, y su positivo resultado radica, según menciona el director de la Escuela de Ingeniería Industrial, Sergio Flores, en que se trata de un plan bastante razonable para lo que se espera de una carrera como esta. “Este programa es producto de las recomendaciones surgidas en el proceso anterior en el que obtuvimos seis años y de las sugerencias del Consejo Asesor de la Escuela de Ingeniería Industrial, integrado por representantes de la industria y ex alumnos”.
Al respecto, el director de esta unidad académica señaló que no hubo cambios curriculares importantes respecto a elementos propios de la disciplina, sino un mejor

desarrollo de habilidades blandas, necesarias hoy entre los profesionales, como liderazgo, comunicación, negociación y capacidad de trabajar en equipo.
El académico afirmó que obtener la mayor certificación no
significa que no haya aspectos que mejorar sino que, por el contrario, es una oportunidad para implementar un sistema de monitoreo permanente de elementos claves para actuar cuando surja alguna falla y así detectar tempranamente oportunidades de mejora.
“Queremos instaurar una cultura de mejoramiento continuo, de modo que la excelencia reconocida en este proceso no sea un evento sino algo permanente y así renovar la acreditación por el mismo periodo, pues podremos renovarla en la medida que en siete años más podamos demostrar que hemos estado constantemente controlando, evaluando y reaccionando”, sostuvo Flores.
En este contexto, el académico señaló que uno de los desafíos que enfrenta la Escuela de Ingeniería Industrial es estrechar lazos con el sector productivo, lo que ha mejorado a través de la adjudicación de proyectos Fondef, Innova Corfo y FIC, del Gobierno Regional.
Flores mencionó como desafío mayor, poder acreditar dentro de cinco años, el doctorado en Ingeniería Industrial que se está
comenzando a dictar.

Gentileza de Karen Naylor
Dirección General de Vinculación con el Medio